Rubén Zárate

La pospandemia no llega

El panel de control de la Universidad Johns Hopkins indica que desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara la pandemia se sumaron 2,62 millones de muertos y 118 millones de contagiados de COVID-19 en el mundo. En 2021 los estudios genómicos indican variaciones en las cepas mientras algunos países como Argentina aún no terminan la primera ola y otros países ya hablan de segundas y terceras olas.

  • 14/03/2021 • 18:52
La pospandemia no llega
La pospandemia no llega

Pandemia por olas y mutaciones

El11 de marzo de 2020 la OMS declaró la pandemiade COVID-19. El SARS-CoV-2 que la originó puso a prueba conceptos, gobiernos, instituciones y sociedades. La humanidad aprendió que la ciencia puede contribuir a su control, pero que también los aprendizajes colectivos son difíciles y que constantemente se abren nuevos procesos.

Esta semana algunos países europeos han disparado todas las alarmas por un nuevo récord de contagios diarios y hospitalizaciones por COVID-19 en Hungría, Polonia y Estonia.

La situación ya había sido anticipada por Alemania cuando sus autoridades de salud advirtieron a fines de febrero la inminencia de una tercera ola en Europa agravada por las mutaciones del SARS-CoV-2. Las características de cada una de estas nuevas cepasexigen ser revisadas a la luz de la eficacia de los protocolos vigentes.

La agudización de la crisis no es solo patrimonio de países europeos, en Brasil la pandemia parece fuera de control, tanto por la alta tasa de contagios como por los decesos que se incrementan aceleradamente desde principios de 2021. Actualmente el país tiene el 10.3% de las muertes mundiales por COVID-19 y sigue creciendo.

No solo colapsan los sistemas de salud de las regiones más periféricas de Brasil como pasó hasta fines del año pasado, sino que la crisis llegó a los lugares de mayor desarrollo relativo como San Pablo. Su situación pone en riesgo las políticas de prevención de los países vecinosy puede alterar la eficacia de los planes de vacunación.

Así como la primera ola se extendió geográficamente de este a oeste y de norte a sur, estas segundas y terceras olas son parecidas pero sus manifestacionesson muy distintas de acuerdo a las decisiones sanitarias tomadas en la primera etapa. Las políticas públicas cambiaron las trayectorias para bien o para mal.

Los países que en general decidieron seguir el ritmo natural de los contagios confiando en una ¨inmunidad de manada¨ han generado mayores tensiones en sus sistemas de salud, incluso grandes como EEUU y Reino Unido,mientras que aquellos que como Argentina que se propusieron ¨aplanar la curva¨han generado una gestión estable de sus sistemas de salud, lo que además permite abordar más eficazmente la vacunación.

Los cultores de la ¨infectadura¨ y críticos de las cuarentenas organizados en la oposición política ahora tienen suficientes ejemplos mundiales para reconocer sus errores iniciales; las expectativas de la segunda y tercera ola en el país debieran tener mayores consensos de buena fe.

Vacunas y vacunados

Actualmente existen siete vacunas que ya se están administrando con cierta regularidad en unos 20 países mientras que en el resto aún es incierto el suministro. Además, existen 8 proyectos que se encuentran terminando los procesos de prueba y acreditación por los organismos nacionales o internacionales para su comercialización de acuerdo al panel de OMS. EEUU, China, Unión Europea, Rusia, Corea e India son los que controlan principalmente estas patentes.

Estas vacunas surgen de diversas plataformas que van desde núcleos ARN modificados, proteínas recombinantes, materiales inactivados, adenovirus de chimpancés o adenovirus de humanos, antígenos novedosos, ARN encapsulados en nanopartículas y otras. Esta variedad es una fortaleza de la ciencia contemporánea. Ante las nuevas cepas que pueden adquirir resistencias a las vacunas, tener más opciones tecnológicas es bueno.

En todos los casos los fondos públicos aceleraron de forma directa o indirecta sus desarrollos, algunos con laboratorios estatales como el caso de Sputnik V y otros casos con laboratorios privados como Pfizer-Biontech, para mencionar los más conocidos. Las asociaciones público- privados tienden a prevalecer también en la fase de producción y distribución. 

Esta semana varios países europeos, como Austria, Estonia, Letonia, Lituania, Luxemburgo e Italia, han dejado de usar algunos lotes de la vacuna anticovid desarrollada por AstraZeneca y la Universidad de Oxford, mientras que Dinamarca, Noruega e Islandia suspendieron este jueves la vacunación con ese fármaco. 

La decisión de esos países se produce, en mayor parte, tras la aparición de unos informes sobre la formación de coágulos de sangre en personas a las que se les había administrado ese antídoto. Estas decisiones entran en contradicción con la Agencia Europea de Medicamentos que sostiene que "actualmente no hay indicios de que esta vacuna haya causado estas afecciones". De todos modos, reconoce debilidades, pero considerando que "los beneficios de la vacuna continúan superando sus riesgos".

El riesgo asumido por los laboratorios de comenzar la producción masiva antes de terminar de cumplir todos los protocolos de verificación y de los países de comenzar a administrarlas sin el tiempo de analizar en profundidad todos los casos de contraindicaciones no se originó en la lógica sanitaria solamente sino también en variables económicas y sociales.

Accesos desiguales, ineficacias globales

Hace 20 días, la Secretaria General de ONU anunció que solo 10 países habían administrado el 75% por ciento del suministro mundial de vacunas COVID-19 disponibles. Es decir, más de 130 países, donde viven no menos de 2800 millones de personas, aún no recibieron vacunas. Esto no es menor ya que esos países serán más vulnerables a nuevas variantes y cepas.

La injusticia distributiva es peligrosa para la salud mundial. Esto es observado por expertos y también por organizaciones como Médicos Sin Fronteras que abogan por la liberación de las patentes de las vacunas para acelerar su acceso masivo. De sus análisis se puede concluir que no habrá ricos vacunados que se salven si las nuevas variantes de la enfermedad prolongan el sufrimiento del resto de las sociedades y alteran la contención.

Las hipótesis científicas que las variantes de las cepas COVID-19 pueden eludir la inmunidad proporcionada por la vacunación no pueden descartarse. Y estas variantes solo pueden crecer en la población susceptible de ser contagiada, entre ellos todos los no vacunados a tiempo; mayoría absoluta entre los más pobres.

La respuesta global para producir y distribuir vacunas basadas en el Programa COVAX de la OMS, destinada al menos el 20% de la población a 92 países de ingresos bajos y medianos, aún no empezó a aplicarse. Ghana que fue el primero en recibir el programa apenas si podrá vacunar al 1% de 31 millones de personas este semestre. Solo en África los más optimistas consideran que a este paso no se tardará menos de 5 años para inmunizar al 60% de la población.

El PBI mundial cayó más del 10% hasta ahora. El acceso desigual a las vacunas incrementará el costo de la economía global para los países de ingresos altos y medios. Las desigualdadesextremas en un mundo altamente interconectado,  incrementó la crisis económica debido a las interrupciones de las cadenas de suministros asociadas a la industria y la agricultura.

La nueva ola de cierres de fronteras y de alteración de viajes empieza a poner arriba de la mesa temas vinculados a la gobernabilidad de los Estados. La pandemia y no las cuarentenas es lo que en la primera ola generó crisis económicas y sociales y ahora en la segunda y tercera ola amenaza con una mayor inestabilidad geopolítica.

La hipótesis es que este Coronavirus tenderá a volverse endémico como la influenza. Lo que aún no se sabe es si tendrá carácter estacional debido al desconocimiento de las trayectorias de las nuevas.

Quedó demostrado que ninguna potencia por sí misma puede derrotar al COVID-19 solo con estrategias nacionales. El escenario prospectivo permite sostener que considerar a las vacunas en función de la seguridad nacional, en un mundo de extrema desigualdad, no va a ser eficaz ni para los países que la disponen.

Es de esperar que una nueva generación de vacunas COVID-19 tiendan a incluir una base multivalente con el propósito de hacer frente a más de una variante. Es deseable que se transite hacia acuerdos mundiales que consideren a la vacuna un bien público que derive en la convergencia de laboratorios y plataformas para lograr vacunas más universales con el propósito de neutralizar el potencial de riesgo de las mutaciones.

[1]Profesor Titular e Investigador Nivel I del Instituto de Trabajo, Economía y Territorio. Universidad Nacional de la Patagonia Austral.