Deseantes

De amores libres, respeto y algo de swinger

Una piba de más de 30 banca el amor libre como construcción política y una pareja de larga data cuenta cómo salirse del contrato estándar y ser swinger, los tiene unidos.

  • 02/10/2018 • 10:14
El amor libre hay un acuerdo de no engaño
El amor libre hay un acuerdo de no engaño

Por Sara Delgado

En el grafiti más famoso del mundo llamado “Hombre Desnudo”, una mujer en ropa interior sostiene por la espalda al que parece ser su marido, mientras éste cogotea por la ventana buscando al “pata de lana”. Esa imagen, la de una traición que se reveló infraganti, es una escena recurrente entre las relaciones monogámicas pero no en aquellas donde el respeto por la otra persona, se llama “amor libre”.

Cuando la actriz Florencia Peña habló de “poliamor” para referirse a lo que los medios calificaban como una “infidelidad” de parte de su pareja, ella en realidad parece haberse referido más a que tienen una relación abierta en donde está permitido desear y hasta involucrarse afectivamente con otrxs, de manera consensuada.

Una riogalleguense que tiene menos de cuarenta y que elige transitar por ese sistema de relaciones, accede a charlar del tema vía WhatsApp, pero pide que su nombre no salga porque si bien es una militante del campo social, el asunto generaría tensiones en su familia.

“Yo estoy a favor del amor libre, pero más allá de los esquemas que uno pueda decidir experimentar, no se puede tener una relación de estas características sobre la base de un engaño” dice.

A esto se refieren quienes hablan de responsabilidad afectiva porque “no es lo mismo tener varias parejas cuando eso no es un acuerdo con la persona que estas saliendo. Si es oculto, no es amor” insiste y me invita a ver la página “Amor Libre argentina” y los grupos de Facebook “Experiencia Amor Libre Argentina” y “relaciones Abiertas”, donde escriben distintos autores que militan la causa.

Para ella, el amor libre no es nuevo sino que forma parte de un debate político “que viene hace mucho tiempo basado en planteos históricos” que interpelan el sistema social.

Del amor libre también habla una pareja de esta capital que lleva más de treinta años juntos en una dinámica que incluye la práctica swinger. La charla es en su casa del barrio Jardín. 

Se sientan en la mesa de un living repleto de fotos de hijos y nietas, y relatan cómo su acuerdo no monogámico es el que probablemente los hace amarse y  “tener sexo como el primer día, o mejor”.

Ella dice que no cree en el poliamor. “Para mí el amor es otra cosa, yo puedo tener sexo pero no estar enamorada de dos o tres. Y además no tiene nada que ver el sexo con el amor” aclara. Él asiente.

Sus primeros años de relación fueron de exclusividad el uno con el otro, pero “siempre con la postura de respetar al otro, las individualidades y la libertad”.

“En esa época la palabra swinger no existía y yo le planteé a él que me gustaba un compañero de la militancia”, cuenta, mientras él recuerda que entonces “se me vino el mundo abajo, pero después pasó”.

Del interés por ese compañero salió el primer trío que hicieron. “Fue un instinto fisiológico” revelan, para el comienzo de lo que después sería una búsqueda de personas que tuviesen el mismo interés que ellos, en un mundo que todavía no conocía los celulares ni Internet.

En esa época existía la revista “Entre Nos” una revista en papel, donde se podían escribir cartas para poner anuncios. “Habíamos dejado un fijo y nos llamaron porque les llamaba la atención que escribieran desde tan lejos, así que fuimos los primeros” dice él y cuenta que “era jugado”.

 

-¿No les daba miedo que alguno de los dos se enganche con otra persona?

-El miedo puede existir. Ha ocurrido en otras parejas que se enganchen, pero nosotros no. Eso  se habla bien. Por ahí nos han contactado gente que tiene problemas de pareja y los rechazamos porque piensan que ésta es la solución y eso no es así.

Durante muchos años el contacto con otras personas fue a través “Contactos Sex” un sitio donde tienen su perfil, fotos del cuerpo y una descripción de cómo son y qué buscan.

“Hay un montón de parejas de acá, hay cada vez más y más jóvenes, 21, 22 años. Muy jóvenes, cuando lleguen a nuestra edad no sé qué les va a venir bien” se ríe ella, que entonces recuerda algunos episodios con parejas de Puerto Deseado, Caleta Olivia o El Calafate.

Por momentos hablan en códigos y salen airosos de un esfuerzo sobrehumano porque no se les cuele algún nombre.

 

-¿Qué les aportó a su relación?

Nos dio una mejor relación sexual entre nosotros dos, porque siempre estaba ese juego de la seducción hacia el otro. Hay personas que no soportan la idea de ver a su pareja con otrx, pero a nosotros nos incentiva. Es más, después de cada encuentro de esos nos matábamos en la cama.

Al menos en su caso, la experiencia swinger no es meramente sexual, sino que hay un filtro de charla, de un café y de aceptación física.

“Hemos participado de sexo grupal, hemos ido a boliches swinger en Buenos Aires, hemos conocido gente que hoy son matrimonios amigos y también nos hemos citado con gente de acá que al final era conocida y te querés matar, pero bueno, estaban en la misma que nosotros” cuentan.

Él no tiene problemas en contarle a sus amigos que tiene una relación abierta, ella en cambio “no lo haría jamás” por miedo a que la juzguen.

 

¿Qué consejo le darían a los nuevos swingers?

-Cuidarse y respeto hacia el otro, mantener la reserva, nunca pasar un teléfono sin consultarle al otro, tampoco estar si hay un problema entre ellos porque esto no soluciona nada. Hacer las cosas sin droga, sin alcohol, bien coherente, bien lúcido.

Aunque ya no practican sexo con otras personas al mismo tiempo, todavía sostienen su relación abierta. Entonces él, o ella, pueden encontrarse con alguien que les guste sin remordimientos, pero deben decirlo después.

Lo cierto es que durante siglos, en torno a estas formas de relaciones siempre hubo un señalamiento directo hacia las mujeres que debieran cumplir con el estereotipo de ser “la indicada” para alguien.

Dice Luciana Peker en “Chiruzas” que “todas las formas de amorosidad se construyen. Incluso el poliamor en donde la infidelidad deja de ser un puñal y pasa a ser una opción de intercambios respetuosos y sin propiedad privada”.

Así, hace ya dos olas feministas que se dijo que “lo personal es político”, por lo tanto también el deseo que aunque disidente o escandaloso para algunos, no puede ser juzgado.

Temas