Historia de la ciudad

El día que Roca habló en Río Gallegos

La figura polémica y repudiada del ex presidente pasaba años atrás, sin ser reprochada por su accionar en la Conquista del desierto. En la capital santacruceña, se conserva el balcón donde por primera vez, un presidente habló en este territorio.

27/11/2021 • 11:20

Julio Argentino Roca es una figura discutida tanto en el ámbito histórico como político. Si bien quedan resabios de su reivindicación en todo el territorio nacional, lo cierto es que en la región patagónica se lo recuerda con especial dolor, principalmente por la Campaña de Conquista del Desierto, región que, por cierto, no tenía nada de desértica. Durante las últimas dos décadas en la Patagonia se vivió un proceso de “desrocalización”, que sirvió para retirar monumentos en honor al ex presidente, como así también cambiar el nombre de calles que llevaban su apellido. Se trata de una revisión histórica merecida por la Patagonia, pero que sigue generando debate entre los propios ciudadanos. En Río Gallegos se mantienen nostálgicos los vecinos que siguen denominado como avenida “Roca” a la renombrada avenida Néstor Kirchner, aunque no solo por una cuestión política. Hay quienes incluso la llaman “Ex Roca”. En tanto, algunos ciudadanos todavía reclaman por el emplazamiento del monumento ubicado sobre avenida San Martín, que de momento no fue vuelto a colocar por el trabajo de restauración que estuvieron realizando. Hoy en este nuevo suplemento, donde solemos tocar la historia principalmente de Río Gallegos, veremos el paso de Roca por la ciudad y su contexto histórico.

 El monumento a Roca y la avenida son su nombre fueron cambiadas.

 

Abrazo del estrecho

Tras la Conquista del Desierto y en el marco de una siempre tensa relación con Chile por la disputa limítrofe, el por aquel entonces presidente Roca organizó un encuentro con su par chileno, Federico Errazuriz. El objetivo era tener una charla amistosa y un encuentro para empezar a tender puentes, con una Argentina dialoguista y conciliadora. Hasta había una estrategia comunicacional de no vestir uniforme militar, sino llevar traje de frac, como se acostumbraba en aquellos días. El viaje comenzó en 1899, arriba del Crucero acorazado Belgrano, con destino a Punta Arenas. Estuvo acompañado por el ministro de Marina Martín Rivadavia y un grupo de diputados nacionales. En paralelo, sobre un crucero liviano, viajaba la prensa.

Varios días después llegaron al puerto de Punta Arenas, donde Errázuriz esperaba con la flota chilena y una delegación.

En el brindis, Errázuriz dice: "La paz, siempre benéfica, es fecunda entre naciones vecinas y hermanas, armoniza sus intereses materiales y políticos, estimula su progreso, da vigor a sus esfuerzos, hace más íntimos sus vínculos sociales y contribuye a la solución amistosa de sus dificultades y conflictos. La paz es un don de la Divina Providencia".

Roca contesta: "La paz, como medio y como fin de civilización y engrandecimiento es, en verdad, un don de la Divina Providencia, pero es también un supremo deber moral y práctico para las naciones que tenemos el deber de gobernar. Pienso, pues, como el señor presidente de Chile y confundo mis sentimientos y mis deseos con los suyos, como se confunden en estos momentos las notas de nuestros himnos, las salvas de nuestros cañones y las aspiraciones de nuestras almas". Se trató de un primer logro democrático con el país vecino de Chile. Con esto, además, se terminaba de sellar la tensión fronteriza y se aceptaba la frontera trazada en 1881.

 

Su paso en Río Gallegos

Luego de visitar Punta Arenas, Roca de regreso a Buenos Aires, decidió visitar Río Gallegos, que en esos años era la capital del Territorio Nacional de Santa Cruz, ya que aún no era una provincia por sí misma. La ciudad en aquella época tenía poco más de dos mil habitantes y, donde hoy se encuentra emplazado el conocido “balcón de roca”, se tenía previsto que hable para las 400 personas que se acercaron al lugar. Si bien parte de la historia cuenta que el Presidente tuvo que improvisar un discurso desde el balcón pequeño, armado apenas con maderas y chapas, otras versiones relatan que el mismo se tuvo que dar dentro del edificio de la Casa de Gobierno, ya que las inclemencias del clima no permitieron el acto afuera. Allí fueron varias las promesas que realizó Roca y -que remarcan los libros, cumplió-. Por aquel entonces, el Presidente prometió a los ciudadanos de la capital un nuevo reparto de tierras, como así también el incremento de las comunicaciones marítimas. Además, Roca adelantó la llegada de la sucursal del Banco Nación y la supresión de recargos aduaneros, como así también la llegada del telégrafo. Reclamos y promesas que, haciendo un paralelismo con esta época, muestra que siempre la Patagonia profunda mantuvo cierto aislamiento con el resto del territorio.

Estos avances para la ciudad hicieron que con el correr de los años, una de sus avenidas principales llevara su nombre y se instalara además, el monumento homónimo en su cruce con San Martín.

 

Borrando a Roca

El proceso histórico de la Argentina es complejo y profundo. Sería injusto dividir a todos en “buenos” y “malos”, como si una película de superhéroes se tratase. Porque hasta en la ficción siempre hay grises, y lejos de querer justificar accionar violento (repudiarlos tampoco alcanza), es al menos inmaduro, seguir juzgando y mirando con el prisma de hoy hechos sucedidos siglos atrás, sin entender contextos y escenarios.

Fue elegido presidente por abrumadora mayoría en el Colegio Electoral de 1880 (155 votos contra 70). En septiembre de ese año se sancionó la ley por la cual la ciudad de Buenos Aires pasaba a ser, formalmente, capital de la república. Hasta ese entonces, el Gobierno nacional vivía de prestado en la ciudad y se había generado una incómoda cohabitación con el Gobierno de la provincia de Buenos Aires, que también tenía sede allí.

Impulsó la ley 1420, de educación laica, gratuita y obligatoria, de todos los niños de 6 a 14 años, por la que instauró un régimen de vanguardia, modelo para toda América Latina. Al poco tiempo, hizo caer bruscamente el analfabetismo en la Argentina, dándole la fama que conserva hasta el día de hoy, la de contar con una población educada, en líneas generales.

Fue elegido presidente por abrumadora mayoría en el Colegio Electoral de 1880 (155 votos contra 70). En septiembre de ese año se sancionó la ley por la cual la ciudad de Buenos Aires pasaba a ser, formalmente, capital de la república. Hasta ese entonces, el Gobierno nacional vivía de prestado en la ciudad y se había generado una incómoda cohabitación con el Gobierno de la provincia de Buenos Aires, que también tenía sede allí.

Desmonumentar a Roca

Durante las últimas décadas, la Patagonia empezó un proceso de revisión histórica, con una visión clave en materia de derechos humanos y de reconocimientos a los pueblos originarios. La campaña de conquista del desierto fue el principal hecho que todavía duele en la región, proceso en el cual fueron masacrados los pueblos originarios y primeros pobladores del sur argentino. Esto llevó a que varias ciudades empezaran a borrar el nombre de Roca, ya sea de sus avenidas principales como de los monumentos. En Río Gallegos el primer cambio se hizo en 2011, luego del fallecimiento Néstor Kirchner en 2010. El cambio de la avenida principal se ganó por apenas un voto en el Concejo Deliberante, no sin un escándalo local.

Durante todos esos años el monumento a Roca sufrió diferentes ataques vandálicos, teniendo que ser restaurado una y otra vez. Finalmente, en 2020 el municipio decidió retirarlo no por cuestiones políticas, sino en el marco de un ensanchamiento de avenida, a fin de restaurarlo y colocarlo en el balcón donde estuvo parado la primera y única vez que visitó Río Gallegos.

 

Su biografía

Alejo Julio Argentino Roca nació en San Miguel de Tucumán. Fue el tercero de los nueve hijos que tuvieron Agustina Paz y José Segundo Roca. Su madre murió cuando Julio tenía 12 años y su padre recurrió a una práctica usual del siglo XIX: el “reparto” de los hijos. Julio fue como pupilo al Colegio de Concepción del Uruguay con dos de sus hermanos, Celedonio y Marcos. Por esos tiempos, Entre Ríos era la provincia más pujante de la Confederación Argentina y el Colegio de Concepción del Uruguay su institución educativa más prestigiosa.

En 1880, el arribo de Roca a la presidencia de la nación se logró mediante la formación de una Liga de Gobernadores. De allí surgió el Partido Autonomista Nacional que lo llevó al poder. En la construcción de esta fuerza política, que no fue fácil de lograr, fue clave la provincia de Córdoba a la que se sumaron la mayor parte de las provincias, excepto Buenos Aires y Corrientes. El triunfo de Roca no fue aceptado por el candidato porteño, Carlos Tejedor y desencadenó una nueva y cruenta guerra civil en Buenos Aires durante el invierno de 1880. Pero finalmente el Estado nacional se impuso, en gran parte gracias al liderazgo militar construido por Roca durante décadas. Una ley del Congreso Nacional sancionó la federalización de Buenos Aires que se transformó legalmente en la capital de la República Argentina. Una nueva etapa comenzaba en la historia del país.

La llamada “Conquista del Desierto” no avanzó sobre un territorio despoblado, sino que tenía una lógica diferente de ocupación. La campaña militar puso fin a la soberanía de los pueblos indígenas e incorporó miles de hectáreas de tierras al mapa nacional. Afirmó, asimismo, la soberanía argentina en un territorio codiciado por Chile. Tampoco debe perderse de vista un clima de época que entronizaba las ideas de civilización y progreso, a las cuales el indígena era, según la sociedad criolla, refractario. Julio A. Roca fue el líder de esta acción militar, una acción clave de su candidatura presidencial, forjada al calor mismo de la avanzada del ejército hacia el sur.

 

 

Conquista del “desierto”.

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