Deporte

Le gusta ser mujer, árbitro

Comenzó en esta profesión hace 13 años. Primero fue planillera y tras un curso de dos años empezó a arbitrar. Lo hizo en distintos torneos de futsal y también en cancha grande, a donde llegó al Argentino C. Fue discriminada e insultada hasta el hartazgo. Hoy, Mariela Puche, es valorada y respetada por sus pares y el mundo del fútbol en general. Pese a lo que le costó arrancar, recomienda a las demás mujeres a animarse a vivir esta experiencia. 

  • 29/07/2015 • 08:29
“Pucherito” fue una de las primeras en colgarse el silbato.
“Pucherito” fue una de las primeras en colgarse el silbato.

El caso más emblemático de una árbitra de fútbol es, en este último tiempo y en nuestro país, el de Florencia Romano. La tucumana fue la primera en hacerle torcer el brazo a la Asociación del Fútbol Argentino. En agosto de 1996 mandó una carta documento a la AFA solicitando su incorporación a la nómina de árbitros profesionales. La diligencia no tuvo respuesta alguna, entonces Romano apeló a otro recurso. Se declaró en huelga de hambre argumentando discriminación laboral. El presidente de la entidad, Julio Grondona, declaró por aquellos tiempos: “No es sensato que una mujer dirija un partido de fútbol”. Por estos dichos, el dirigente fue llamado a comparecer ante distintas comisiones, en el Congreso Nacional. Tras la audiencia, y el shampoo, Grondona manifestó: “Va a ser probada. No va a haber ningún inconveniente y las mujeres podrán arbitral igual o mejor que los hombres”. Este acuerdo se respetó y Romano dirigió, en abril de 1998, su primer partido de fútbol profesional. Fue un Victoriano Arenas contra Muñiz, en la Primera D Metropolitana. Al tiempo consiguió su habilitación internacional y en el 2003 comenzó a desandar este camino que la llevó a participar de un Campeonato Sudamericano y hasta una Copa del Mundo.

La batalla librada por Romano sirvió para dividir al arbitraje en dos épocas. La antigua, sin la presencia de las mujeres, y la actual, en donde el árbitro es árbitro sin importar su condición sexual.

Este hecho bisagra le dio la posibilidad a otras féminas de llegar a cumplir su sueño de impartir justicia deportiva en una cancha. En este caso de fútbol. Como sucedió con Mariela Puche, quizás la pionera en Río Gallegos, y Santa Cruz toda. A comienzos de este siglo y de la década pasada, la nacida y criada en esta ciudad se convirtió en la primera mujer en ser árbitro. Hubo quienes quisieron unírsele pero todo quedó en un intento. Solitaria entonces, en su tarea, y a base de convicciones y un carácter particular forjó su carrera. Carrera que empezó con muchas piedras en el camino pero que ella misma se encargó de sortear para llegar a ser quien es hoy, árbitro    

 

-¿Cómo fue que arrancaste?

Empecé siendo planillera en los torneos de futsal hace como 13 años. Ahí comencé con los cursos y mi instrucción la hice con el señor Oscar Alegre.        

 

-Si tenemos en cuenta que en aquella época no era común ver a una mujer dirigir un partido, ¿cómo fueron esos primeros años tuyos como tal?

Fue muy difícil el comienzo. Una experiencia complicada. La decisión de ser árbitro no fue de un día para el otro. Me tuve que preparar bastante, estudiar el reglamento, conocer el trasfondo del mismo, saber los tipos de sonidos del silbato en cada secuencia del partido y hasta el uso de las tarjetas. Yo jugué al fútbol durante muchos años y eso me ayudó a comprender algunas cosas más rápidamente. Por desgracia, una lesión me marginó de la actividad pero con la intención de no perder contacto con este deporte que me apasiona fue que decidí hacerme árbitro. Esto es lo que me gusta. El fútbol y el boxeo, claro está. Arbitrar es difícil. Siendo mujer y en esta parte del mundo, mucho más. En el comienzo me sentí muy mal. Alegre me dio fuerzas para seguir y pude revertir la situación. Hoy me siento más a gusto. Amo mi profesión.

 

-Al principio te sentiste discriminada por el entorno del fútbol y tus pares ¿cómo te trataron?   

La verdad que bien. Yo empecé como asistente. Me hice a los ponchazos. En mi primer partido de Divisiones Inferiores, en la cancha que el club Independiente tiene cercana al autódromo, estaba como juez de línea y corriendo con el banderín bajo, lo pisé y terminé en el suelo. Fui el hazme reír de todos ese día.

 

-¿Cuando arrancaste eras la única mujer?

No, tuve dos compañeras. Una dejó de dirigir tras un incidente que tuvo en un partido de mujeres. La agredieron y desde ese momento no quiso saber más nada con esto. La otra compañera era maestra de grado y tenía poco tiempo para dedicarle al arbitraje, con lo cual terminó desistiendo de esta idea también. De ahí en más estuve siempre sola. Recién este año tengo algo de compañía. Se nos unió una chica del ejército, quien ya está haciendo sus primeras armas en el futsal.

Yo le digo que si le gusta esto, lo va a amar. Yo lo amo y no cambiaría esto por nada del mundo.

 

-¿Cómo fue la reacción o cómo se lo tomó tu familia cuando se enteró que ibas a arbitrar fútbol?

Muchas veces yo misma me pregunté adentro de la cancha, qué hago acá, quién me mandó a meterme en este lío. Me decían “Pucherito” (sobrenombre con la cual se la conoce también) seguí para adelante que cuando crezcas y te respeten vas a ver que esto es distinto. Lo que no sabía era cuánto tiempo iba a tener que soportar ese asedio de los primeros tiempos. Mis hijos se mantuvieron al margen. Creo que una sola vez me fueron a ver a un partido. Justo fue un encuentro en donde me dijeron muchas groserías. Ellos no toleraron esa agresión hacia mí. Se fueron enojados y cuando llegué a casa lo único que hicieron fue cuestionarme y cuestionar la decisión mía de ser árbitro. En ese momento, les dije que yo lo hacía porque amaba el fútbol y también al arbitraje y también los invité a apoyarme o a no ir más a la cancha. Yo no iba a dejar de hacer lo que me gustaba. Eso estaba por demás claro.

 

-Antes hacías una diferencia en el trato de la gente, los futbolistas y los entrenadores, hacia vos. Dijiste como que no te trataban igual afuera que acá, ¿por qué creés que esto se dio así?     

Yo empecé a dirigir los zonales en El Calafate. Ellos admiraban el hecho que una mujer pudiera dirigir un partido de esas características o hasta uno del Argentino C. Allá siempre me trataron bien. En otro lugar en donde me sentí cómoda fue en Caleta Olivia. Ahí, entre otras cosas me tocó dirigir el clásico con Comodoro Rivadavia. Fue la primera vez que ví a las hinchadas alentar a sus equipos y encargarse poco de la actuación nuestra.

 

-¿Cómo se comportan los entrenadores o los jugadores cuando estás en la cancha? 

Los valores vienen con uno desde la casa. Yo ví a muchas personas respetar a las mujeres más allá de la condición o no de árbitro. Me he sentido honrada también de parte de ellos.Si hay algo que yo tengo es carácter. Ellos me enseñaron a que este sea cada vez más firme. Ahora yo les digo, no me quieran subestimar porque van a pasar vergüenza. Estoy en otra etapa de mi vida y de mi carrera. Disfrutando lo que hago. Cumplí dos de mis sueños recientemente. Uno, poder entrar a una cancha con mi nieto de la mano. El otro, dirigir un Boca-River, oportunidad que tuve hace poco en el evento de las leyendas que se hizo en el Boxing Club. También fue muy importante llegar a dirigir en el Argentino C.

 

-¿Te acordás de alguna reacción graciosa que tuviera algún jugador o entrenador adentro de una cancha?  

La que más me acuerdo fue una que viví en El Calafate. En un zonal, un equipo que ahora no recuerdo bien cuál era, jugaba contra Lago Argentino. El historial de victorias favorecía ampliamente a los calafateños.Yo estaba de primer asistente.Los visitantes hicieron tres goles y pasaron a ganar el partido. En el último festejo, una persona del banco salió y me abrazó. Me quería besar a toda costa. El árbitro le pegó el grito para que me soltara, porque eso no lo podía hacer. Ese acoso personal, nunca más lo viví, pero me quedó grabado para siempre.  

 

-Con tu experiencia, ¿recomendarías el arbitraje a otras mujeres?

Para ser árbitro hay que desear, sentir y amar la profesión. Si alguien lo va a hacer por la plata, les digo que no. En lo personal, yo no vivo de esto. Hago otra cosa pero amo el arbitraje como a nada.

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