Deporte

Fanático de Gómez “for export”

Se llama Juan José Cabrera. Tiene 25 años y nació en Buenos Aires. Hace cuatro años que corre en categorías zonales. Es el primero de su familia en subirse a un auto y correr. Desde hace un tiempo que sigue de cerca el accionar de Sebastián Gómez. Su manera de manejarse, tanto adentro como afuera de la pista, lo cautivó. A tal punto que tuneó su auto de carrera similar al Kia que tuvo el santacruceño.

  • 01/06/2015 • 00:00

El fanatismo no se explica. Porque, entre otras cosas, es difícil de entender. Sobre todo para los que están ajenos a este sentimiento. Ese de amor exacerbado. De llevado casi hasta el límite mismo.

Los fanáticos son, en principio, capaces de hacer cualquier cosa. Por creencia. Fundamentalistas de una idea, pensamiento o admiración. Diferentes entre los diferentes. Por exceso fundamentalmente.

Dueño de un amor incondicional y “for export” es Juan José Cabrera. Desconocido para la mayoría de los santacruceños. Para todos menos para Sebastián Gómez. Al menos fue así a partir de la última carrera de la Clase 3 del Turismo Nacional. La quinta fecha se corrió en el autódromo de Toay, en La Pampa. Allí, el único representante provincial que tiene esta categoría, vivió su mejor fin de semana desde que comenzó el campeonato 2015. En lo deportivo, su nuevo Chevrolet Cruze mostró algo de potencial y consiguió sumar una buena cantidad de puntos, y también en lo humano. Es que al finalizar una de las jornadas, en el habitual recorrido del público por los boxes, Gómez mostró sus mejores cualidades. Atendió las requisitorias de fotos o autógrafos de cuanta persona pasó por su búnker. Con una amabilidad que sorprende, aunque quizás no debiera de hacerlo. Se mostró al desnudo, tal cual es. Tímido pero cálido y amigable. Siempre con una sonrisa dibujada en su rostro y con un “qué hacés capo” dispuesto a regalar. Como para romper el hielo y para achicar la distancia entre el ídolo y sus fanáticos. Si es que realmente existe alguna. Es su sencillez fuera de la pista, y su inmensidad dentro de esta, la que atrapa a los otros. Incluso aquellos que están lejanos en lo físico y lo afectivo, lo sienten cercano. Como Juan José Cabrera. Este joven de 25 años, nacido en una ciudad cercana a Bahía Blanca, no conocía a Gómez más que por televisión. Sin embargo, a través de la imagen entabló una relación que se acentuó en la última carrera del TN. Entre la muchedumbre alrededor del santacruceño, y del Cruze, estaba Cabrera. Cuando las personas empezaron a alejarse con su “trofeo” de carrera el bonaerense quedó frente a frente. Ídolo y fanático, estuvieron frente a frente. Entablaron un breve diálogo hasta que Cabrera se adueñó de la escena. Gómez siguió atónito el relato de su fan. Este le contó de esta idolatría que sentía, la cual lo llevó a recorrer cientos de kilómetros para poder verlo en persona, tenerlo cerca, en Toay. Esto por primera vez desde que Cabrera se confesó admirador de Gómez. Fue un momento especial. Único, aunque de ambas partes esperan que no sea irrepetible.                 

 

El otro piloto

La historia de Gómez en el automovilismo es por demás conocida. Sobre todo para los patagónicos. La de Cabrera no. Este hace cuatro años que está compitiendo en distintas categorías zonales. Ahora pegó el salto deportivo de su carrera. Dejó la tierra, en donde peleó un par de veces por el campeonato, para competir en el asfalto. Lo hace en el TPS, con un Fiat 600. Con este recorre circuitos de la zona de Pigüé, Toay y Viedma. Sin antecedentes familiares, más que su papá, quien corrió alguna que otra vez como acompañante, Cabrera es el primero en convertirse en piloto. Y en intentar transformar este sueño, el de ser profesional del automovilismo, en realidad. A partir de esta incursión con los fierros empezó a buscar referentes. Encontró uno en Gómez. Tan hondo caló en su persona, que lo último que hizo para demostrar su fanatismo por el santacruceño fue tunear su bolita. Lo hizo con el diseño, colores incluidos, que utilizó otrora el Kía Cerato de Gómez. “Me gusta mucho el manejo que tiene y su personalidad. La humildad y la forma en que trata a las personas. Es muy agradable. Nada que ver con los otros pilotos”, contó el bonaerense.

En cinco años que empezó a seguir al piloto riogalleguense, la de semanas atrás fue la primera vez que lo vio en persona. Y que hasta compartió un momento con él. “Estuvimos hablando un rato. Se sorprendió de lo que le conté. Le mostré fotos del auto para que no piense que le estaba mintiendo. Se puso contento”, relató emocionado. Tanto como en aquel encuentro.

El año pasado el auto tuvo una aproximación al ideal. En esta temporada, el Fiat 600 de Cabrera luce cómo él quería. Con asombrosa similitud al Kía Cerato con el que Gómez corrió en el 2014.

Después de este encuentro, el sentimiento del fan por su ídolo se incrementó. A tal punto que le cuesta a Cabrera encontrar un punto flojo en la carrera de Gómez. Este año, las cosas no empezaron del todo bien para el piloto de nuestra provincia. Sin embargo, el fanático es aún más fanático en los malos momentos. Y hasta un aférrimo optimista. “Viene levantando. En San Jorge terminó bien. Creo que cambiar de auto no es fácil pero no tengo dudas que va a salir adelante. Tiene con qué. Con el Kía Cerato se defendía bien, le faltó suerte como para terminar más arriba. De todas maneras, le tengo mucha fe con el Cruze”, finalizó.

El TN es la categoría espectáculo. Verla lo emociona. Estar ahí sería como tocar el cielo con las manos. Compartir pista con su ídolo más todavía. Sueña, como alguna vez lo hizo Gómez.