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Las artes marciales en su máxima estilización y una Francia desolada

El magnífico filme “El asesino”, del realizador taiwanés Hou Hsiao Hsien y que recrea la China antigua bajo la tradición de los relatos de los héroes de las artes marciales ingresó a la Competencia Oficial de la 68va edición del Festival de Cannes, transformándose en una de las máximas aspirantes a la Palma de Oro, que se entrega el domingo.

  • 22/05/2015 • 00:00

Si Todd Haynes había impresionado con su recreación de época para narrar bajo delicadas líneas melódicas la Norteamérica de los años 50 en “Carol”, no menos deslumbrante es la belleza que logra transmitir Hou Hsiao Hsien al llevar a la pantalla la historia de Nie Yinniang, una heroína de las artes marciales del siglo IX entrenada como una máquina de matar, pero que enfrenta un grave dilema cuando recibe la orden de terminar con el reinado de su primo, que fue su prometido cuando era una niña.

Basada en un relato de la dinastía Tang, que dominó la China entre los siglos VII y IX, “El asesino” está salpicada de coreográficas escenas de combates marciales magistral bellamente filmadas pero no es una típica película de género.

“Aunque la película refiere a este género tradicional, las artes marciales no son por cierto el centro del drama; en realidad la máxima influencia que recibí para esta película son los samurais japoneses de Akira Kurosawa, donde lo que importa es la filosofía que acompaña las extrañas tareas de ser un samurai y no las escenas de acción en sí mismas, que son anecdóticas”, aseguró el gran realizador taiwanés hoy en conferencia de prensa.

Filmada en escenarios naturales de Mongolia y la provincia china de Hubei, el filme del realizador de “Tres tiempos” y “Las flores de Shangai” ofrece una recreación de época de una belleza impactante y una elegancia compositiva que abruma por su delicada concepción.

Con una puesta en escena rigurosa y exquisita y planos pensados en todos sus detalles: de luz, de movimiento, de ambiente, diseñados con respeto histórico y notable precisión, Hou Hsiao Hsien ofrece un filme que es reflexión permanente sobre la posibilidad de hacer cine y la belleza, donde entre muchísimos momentos privilegiados resalta uno en que una pareja dialoga en una estancia protegida por un velo y el viento que expande y contrae la tela modifica en su movimiento la iluminación de la escena, pasando sucesivamente de la precisión perfecta a la bruma o la lejanía.

Quien quizás mejor definió la cinematografía de Hou Hsiao Hsien fue su actriz Shu Qi, que señaló en la conferencia de prensa: “Él está obsesionado por los detalles y además de los personajes hay otras cosas que son importantes, como las nubes, el agua, el viento, el fuego, todos esos elementos son igualmente importantes en sus películas. Para él la circulación del viento es tan importante como lo que hacen los actores”.

La historia que cuenta “El asesino” es la de Nie Yinniang (así el título del relato y el título del filme en chino), una niña de las clases gobernantes raptada a los 10 años por una monja que le enseña el arte de la lucha marcial y que la transforma en una implacable máquina de matar que con su pequeño sable aniquila a los responsables políticos corruptos y que ponen en riesgo la bienaventuranza del imperio.

El problema es que enviada a una misión para acabar con su primo, Nie Yinniang (una bellísimima Shu Qi) vuelve a la tierra de sus afectos y se ve en la encrucijada de si obedecer a su protectora y guía o darle lugar a sus afectos y transformar su destino.

Finalmente, la gran película francesa que falta a la Competencia oficial luego de las fallidas o tibias “Marguerite & Julien”, “Mon Roi” y “La loi du marché”, llegó hoy con “Dheepan”, drama político de Jacques Audiard que comprende una serie de problemas actuales pasando por la violencia política del Tercer Mundo, las migraciones, la Francia blanca marginada y delictiva y la reconstrucción de lazos perdidos.

Filme riguroso, sólido y duro, sin falsas pretensiones ni pensamientos acordes a la corrección política, el autor de “Un profeta” (Gran Premio del Jurado en 2009) recorre el destino de tres exiliados políticos de Sri Lanka que llegan a Francia y al mismo tiempo que están obligados a integrarse y sobrevivir en un medio desconocido deben entre ellos construir algún tipo de vínculo que los salve de la soledad mortal a la que parecen condenados.

Lo notable de "Dheepan" es también que valiéndose de la historia de tres migrantes logra llegar hasta el hueso de las miserias y conflictos de la Francia actual, sin sobreentendidos pero con precisión quirúrgica.

La cinta se abre cuando Dheeepan quema su uniforme de los Tigres de la Liberación de Tamil, formación militar irregular que mantuvo en pie de guerra una porción del territorio de Sri Lanka reclamando su autodeterminación e independencia entre 1976 y 2009.

La siguiente escena es una mujer joven buscando a una niña (cualquiera con el único requisito de que no tuviera madre) en un campo de refugiados. Así Dheepan, Yalini e Illayall, una niña de 9 años que perdió su familia en la guerra civil, logran salir como si fueran una familia de Sri Lanka con un salvoconducto que los dejará en Francia, desde donde Yalini sueña con partir hacia Londres donde vive un primo.

Unos primeros trabajos callejeros y luego el trío es trasladado a unos monoblocks donde Dheepan consigue trabajo de encargado y donde arrecia la otra violencia, la de la Francia blanca desclasada, mientras estos tres perdidos en el mundo buscan integrarse y empiezan a descubrir que podrían tener un destino como familia.

Al final hay una escena de violencia de gran factura y luego un cierre como para seguir creyendo, al menos en el cine y en la forma en la que se pueden contar historias.