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Falleció el escritor colombiano y premio Nobel, Gabriel García Márquez

El premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, falleció ayer en Ciudad de México, a los 87 años. El escritor colombiano murió rodeado de su familia en su casa del sur de la capital mexicana, donde vivió las últimas décadas.

  • 17/04/2014 • 00:00

Ayer dejó de existir en México Gabriel “Gabo” García Marquez, pese a que la causa de la muerte del Nobel de Literatura no ha sido confirmada, el 31 de marzo pasado fue hospitalizado en México por un cuadro de deshidratación y un proceso de infección pulmonar y de vías urinarias. Tras salir del hospital, donde permaneció unos días, su familia reconoció que la salud del escritor era estable pero “muy frágil”.
Ayer, tras conocerse la noticia de su muerte, en la casa que habitó durante varias décadas al sur de Ciudad de México se han reunido decenas de periodistas, quienes desde la noticia de su hospitalización en marzo pasado establecieron una guardia permanente en el sitio, informa el corresponsal de BBC Mundo en México Alberto Nájar. “Hasta el momento, ningún familiar ha ofrecido comentario alguno. Minutos antes que se conociera la noticia de su fallecimiento, uno de los amigos más entrañables del Premio Nobel, Guillermo Angulo, llegó directamente del aeropuerto con su maleta en la mano”, informa Nájar.

Su vida
No eran los honores, ni el premio Nobel de Literatura. Ni siquiera escribir una de las más grandes novelas de todos los tiempos. Su ambición al escribir era, según lo dijo en varias ocasiones, que sus amigos lo quisieran más. Gabriel García Márquez nació en Aracataca, el 6 de marzo de 1927, aunque le gustaba decir que había nacido en 1928, para que coincidiera con la Masacre de las Bananeras, un evento que marcó a su generación en Colombia y que recrea en “Cien años de soledad”.
Su infancia transcurrió al cuidado de sus abuelos maternos, el coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía -veterano de la guerra de los Mil Días en Colombia- y Tranquilina Iguarán. El escritor siempre diría que la semilla de su estilo y de su imaginación desaforada está allí, en esa casona que los relatos de su abuela poblaba de fantasmas y presencias. Relatos que Tranquilina Iguarán contaba con cara de palo, como si fueran lo más normal del mundo. Esa manera de contar, diría García Márquez muchos años después, es la misma que usaría en libros como “Cien Años de Soledad”. El coronel Nicolás Ricardo falleció cuando “Gabito” -como le decían sus amigos- tenía ocho años. El niño fue enviado a vivir con sus padres, que eran prácticamente unos desconocidos para él, en el municipio de Sucre, al lado de sus demás hermanos. Finalizaba su infancia corta y feliz. A los doce años de edad, García Márquez ganó una beca para estudiar en un internado de Zipaquirá, municipio situado cerca de Bogotá, la capital colombiana. Muchos de sus allegados reconocerían después a Zipaquirá en las descripciones del lúgubre y remoto pueblo al cual Aureliano Segundo va a buscar a Fernanda del Carpio en “Cien Años de Soledad”. Los años de internado también serían claves para forjar al escritor. Allí, en las solitarias tardes de sábado y domingo, el joven devoraría las obras de Julio Verne, Emilio Salgari y Alejandro Dumas. En 1947 empezó a estudiar derecho en la Universidad Nacional de Bogotá, pero nunca finalizaría dicha carrera. Ese mismo año publicó, en el periódico El Espectador, su primer cuento, “La tercera resignación”. En 1948 ingresó como reportero al recién fundado periódico El Universal de Cartagena, pero ello no detuvo la escritura de cuentos para El Espectador. En ese diario -que todavía circula- conoció a Clemente Manuel Zabala, jefe de redacción, a quien recuerda como una persona que empezó a afinar tempranamente su estilo. En 1950 conoció en Barranquilla a un grupo de jóvenes intelectuales: Alvaro Cepeda Samudio, Alfonso Fuenmayor y Germán Vargas. Ellos, a su vez, le presentarían a Ramón Vinyes, llamado “el sabio catalán”. Todos ellos aparecerían en clave en los últimos capítulos de Cien Años de Soledad. La influencia de estas personas sería portentosa, pues no sólo se convirtieron en sus mejores amigos -y le consiguieron trabajo en el periódico El Heraldo de Barranquilla-, sino que lo introdujeron a lo mejor de la literatura moderna. Autores como Faulkner, Hemingway, Joyce, Kafka y Virginia Woolf. Para 1951, García Márquez ya había escrito su primera novela, La Hojarasca, aunque sólo la publicaría años más tarde. En Europa, García Márquez también escribiría, el “Coronel no tiene quien le escriba” y “La mala hora” y varios de los cuentos que luego aparecerían en “Los funerales de la mamá grande”. En uno de sus regresos a Colombia, en 1958, se casó con Mercedes Barcha -el “Cocodrilo Sagrado”, como la llama en su dedicatoria de “Los funerales de la mamá grande”- a quien, según relata en uno de sus libros, le propuso matrimonio ebrio, en una fiesta, cuando ella tenía trece años. Su periplo como periodista llevó a Gabriel García Márquez a distintos lugares de América.

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