Cultura

“Tratamos de tener buena y cordial atención con nuestra clientela”

Así dice a TiempoSur , María Matilde, quien junto a su padre José Ocampo, dueños de   Zapatería Roca, monumento cultural de Río Gallegos, atienden en la tradicional esquina de Avenida Kirchner y Errázuriz desde el año 1964. Ellos fueron los encargados en esta oportunidad de relatarnos parte de los 70 años que llevan adelante con el comercio, un negocio que sigue gracias al esfuerzo y el trabajo familiar.

  • 10/08/2017 • 09:29

Hoy, en este espacio que TiempoSur le está dedicando a nuestros vecinos que fueron parte del crecimiento social, comercial, cultural y político de la ciudad o la provincia, regresamos a Río Gallegos y nos acercamos hasta una tradicional esquina en Avenida Kirchner y Errázuriz y visitamos  la Zapatería Roca, un comercio de nuestra capital que lleva 70 años de vida ofreciendo “un calzado clásico” para todas las edades. Allí, nos recibe con una sonrisa, como siempre se la observa atendiendo a su clientela, María Matilde, hija de José Ocampo, quien hoy a los 94 años supo contarnos parte de su historia familiar y comercial; que seguramente quedarán muchas anécdotas por contar. 

José Ocampo comienza su relato indicándonos que “el negocio empezó en el año 1948” pero aclara que “antes fue el Bar Oviedo hasta el año 1964, donde cambiamos por zapatería hasta la fecha”. Y muy simpáticamente nos cuenta que el cambio de rubro se debió a que “estaba cansado de tomar caña rancho, ginebra y todo eso. Entonces me dije voy a vender zapatos porque era mejor, no traía tantos problemas”, se ríe.

José Ocampo nació en Galicia, España, y vino a la Argentina, a Río Gallegos, por su tío que “hacía 40 años que mi tío había venido a la Argentina y la familia no supo más nada de él, estaba desaparecido del mapa” pero “después de esos años, escribe contando que estaba acá en Río Gallegos”.

Con los ojos llorosos José cuenta una anécdota al respecto, “cuando la familia estaba reunida, el padre siempre decía: acá falta uno. Y ese uno no se acuerda donde nació porque tiene salud y juventud, pero si no se murió y llega a viejo, se va a acordar donde nació. Y hacía 6 meses que había fallecido el padre cuando él (por su tío) escribió”.

“Mi tío escribió si algún familiar quería venir porque él estaba acá solo, sin familia. En ese tiempo el auge era Venezuela, porque en ese momento un bolívar valía un dólar; donde enseguida se llegaba y se tenía trabajo. Yo tenía el proyecto de irme a Venezuela, pero cuando él escribió me vine para acá. Mi tío estuvo un año arreglando papeles para que yo viniera, por en esos años no había migración para la Argentina desde España. Yo tenía 25 años. Uno podía venir si tenía un familiar que lo reclamara y que tuviese medios para tenerlo durante un año, porque si no tenía ese medio no se podía venir”, relataba José, mientras su hija María Matilde continuaba atendiendo a los clientes.

 

Su llegada a Río Gallegos

 

“Llegué en barco a Buenos Aires”, agregó José al señalar que allí “me iba a estar esperando un compañero de él. Éramos 1200 los pasajeros que veníamos. Pero nadie preguntó por mí y de España no podía sacar ni divisas ni plata, podía salir a donde quisiera pero ‘pato’ (sin plata). Llegué sin plata, pato, sin conocer a nadie”. Ahí en el puerto tomó un taxi y es quien lo ayuda a buscar un lugar para “pernoctar”, y lo lleva a un hotel que estaba en “refacción –por 25 de Mayo-, donde había una pieza con dos camas. Si quería dormir solo me salía 10 pesos y sino 5 pesos. Ahí la reservo por 5 pesos”.

Sobre esta experiencia, José nos cuenta que “fui recibido y tratado como si estuviese en mi casa” y riéndose mucho nos cuenta: “Yo me había traído a escondidas en el zapato, 1000 pesetas. Encontré un lugar donde estaban cambiando y me dieron por las mil pesetas, 204 pesos”, continuó.

Después su familia le manda un giro 600 pesos, 400 para el pasaje y 200 pesos para hotel. Así es como José recorre Buenos Aires para comprar un pasaje para Río Gallegos; lo sacó y tomó su vuelo para esta ciudad, “salimos a las 6 de la mañana y llegamos a la 20:00, era el mes de agosto”, recuerda. “El avión venía bajando por todos los pueblos de la costa, era un avión Douglas con dos motores que llevaba 25 pasajeros”.

“Aterrizamos en el galpón de Aeroclub y ahí un señor me pregunta por mi nombre, se lo digo. Era José González, uno de los dos taxis que había en el pueblo. Afuera en el taxi, estaba mi tío esperando. El taxi para justo acá y nos bajamos. Mi tío ya vivía en este lugar, él ya tenía el Bar Oviedo que era bar-restaurant, al fondo tenía unas piezas con camas; y al lado estaba la vivienda. Me dije, en ese momento, si éste es el centro como dice mi tío, ¡Dios mío!”.

“La casa por afuera está igual, no se cambió nada”, señala José al precisarnos que además hace unos años, en el 2001 más precisamente, el municipio de Río Gallegos la declara “Monumento Cultural de la Ciudad”, un reconocimiento a aquellas familias que mantienen históricamente los edificios que formaron Río Gallegos.

En este contexto y continuando con su relato, José nos explica que “cuando tenía el bar, quise reformarlo para hacer dos o tres pisos, pero el Municipio sacó una ordenanza que en la calle Roca (hoy Avenida Kirchner) no se podía hacer un edificio de dos o tres pisos”.

Así que tras peleas con la comuna local, José no modifica el exterior de la casa pero sí lo hace con el interior de la casa, “vine, saqué todas las divisiones de madera que tenía adentro, deje el techo y el frente que no lo podía tocar; después el resto lo limpié todo”. En ese momento hace un alto en su relato y nos comenta que una de las paredes del negocio, se salvó cuando sucedió el incendio en la librería que lindaba con su comercio.

“Mi tío alquilaba esta casa y yo la compro allá por el año 1955/1956, eran 25 metros por Avenida Roca y 50 metros por calle Errázuriz.

 

Desde 1964 a la fecha

 

Desde el año 1964 es cuando José junto a su tío Juan cambian de rubro en el comercio de Río Gallegos, y hasta la fecha continúa la Zapatería Roca en la tradicional esquina de Río Gallegos.

“Siempre viví aquí, en el mismo sitio, no me cambié para nada”, afirma José quien nos sigue explicando que “lo que hay adentro, es completamente distinto”. En este momento, José nos comenta orgulloso que “pueden caminar todo Río Gallegos, pero no van a encontrar un piso como éste”. La zapatería cuenta con el piso original de granito desde el año 1964 y con la particularidad de que es de una sola pieza.

Le consultamos a José respecto que la zapatería sea Patrimonio Cultural de la Ciudad. En este sentido nos contó que “muchas veces vinieron por ese tema, e incluso me decían que me sacaban los impuestos. Yo les dije que no, porque los impuestos yo los pagué siempre y los voy a seguir pagando”.

“Este año, puse a mis dos hijos como dueños de la zapatería y de la propiedad; porque yo no voy a durar toda la vida, para que lo exploten y lo cuiden”. Sus hijos son María Matilde y Juan Daniel, María nos cuenta que tiene dos hijos y su nieto, Uriel.

En la conversación interviene también su hija María Matilde, quien nos cuenta que en la zapatería trabajaban su papá con su tío, su mamá y su tía. En ese momento, en el año 1964, era zapatería de venta al público y taller para arreglar zapatos. Se hacían las dos cosas y como propaganda se hacía la venta del zapato, pero adentro iba la propaganda de la zapatería y con la facilidad de que si se les rompía o tenía algún problema en el calzado, se les arreglaba gratis.

Se arreglaban muchísimos zapatos, era una de las pocas que lo hacía. A veces había colas de más de 100 personas buscando los sábados su calzado. La gente arreglaba mucho sus zapatos.

En el taller estaba el tío y mi papá a cargo un poco de lo que era la administración.

“Nuestro éxito fue el taller”, aseguró José Ocampo porque detalló “en esa época cada marca de zapato tenía un agente en cada pueblo y no le vendían a otro aunque lo quisieran comprar”.

Así "Zapatería Roca" fue haciéndose camino buscando marcas en el mercado para captar su clientela y ofrecer la mejor calidad en el calzado.

Consultados por la clientela que los llevó a estar más de 70 años en la ciudad, María Matilde nos asegura que “la zapatería siempre trabajó los modelos clásicos para la mujer, el hombre, para los chicos, los colegiales. Nunca se trabajó muy la moda. Es un poco lo que nos identifica, el trabajar con un estilo de calzado”.

Si bien la ciudad ha cambiado mucho. Río Gallegos ha crecido “con gente de muchos lugares, uno se debe acomodar a la clientela y por sobre todo ser cordial y atenderlos como se merecen”.

“En 70 años nunca tuve que hacer propaganda de ninguna naturaleza, nuestra propaganda fue y es la vidriera”, aseguró finalmente José Ocampo.

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