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“Cuando vi que la tinta china funcionaba sobre el aluminio, fue un viaje de ida”

TiempoSur entrevistó a la artista Julieta Jiterman, una porteña formada en Japón en la milenaria técnica pictórica Suni-e, que recrea “el espíritu de la naturaleza” según el Tao. La argentina realiza sus creaciones sobre aluminio descartado y reciclado, buscando ese mismo resultado, pero cuidando los mismos bosques que retrata. Su trabajo se expone en el Complejo Cultural Santa Cruz, en el marco de la “Semana del Reciclaje”.

  • 19/05/2017 • 07:39
A partir de descartes reciclados, Jiterman recrea la naturaleza con maestría oriental.
A partir de descartes reciclados, Jiterman recrea la naturaleza con maestría oriental.

Julieta Jiterman es una artista plástica oriunda de Buenos Aires, Licenciada en Escultura del IUNA, y profesora en el Museo Nacional de Arte Decorativo, la Escuela Superior de Bellas Artes “Ernesto de la Cárcova”, la Universidad del Salvador y otras instituciones.

A partir del 2006, esta escultora y pintora porteña se convirtió en una de las contadas referentes nacionales en la técnica sino-japonesa de pintura monocromática Sumi-e o “Suiboku”, tras formarse profesionalmente en el País del Sol Naciente.

Esta técnica es naturalista, basada en captar “el espíritu” de la naturaleza –en especial de los bosques- en el papel de arroz. Sin embargo, la manera en que Jiterman la aborda es verdaderamente novedosa y resignifica el concepto. La argentina realiza sus obras sobre aluminio reciclado, apuntando mediante ese nuevo recurso técnico a la preservación de esos mismos árboles que pinta.

Por ese motivo, su última obra “Bosques de Metal” está incluida dentro de la muestra organizada por Patio Om en la tercera edición anual de la “Semana del Reciclaje”, la cual reúne a artistas de Argentina y el exterior orientados hacia el cuidado del medio ambiente.

Jiterman conversó con TiempoSur al respecto de su trabajo y el camino recorrido: “Esto empezó en el 2006, yo ya venía realizando trabajos en abstracción, pinturas, y entonces descubrí ésta técnica, que es milenaria y tiene sus orígenes en China”.

“Primero me atrajo por el desafío de una técnica que no manejaba, con un pincel, movimientos y estética totalmente distintos a la plástica occidental. Y después la parte filosófica”, relató la artista.

“La técnica utiliza la antigua tinta china, solida, en barra, aplicada sobre papel de arroz o de seda. Es un tipo de disciplina que surgió en los monasterios, porque ayuda a los monjes a trabajar la tensión, la postura y el movimiento”, continuó explicando Jiterman, aclarando que su base filosófica “está relacionada con las artes Zen, que tienen su fundamento en el budismo y el taoísmo chinos, sus teorías compositivas y fundamentos son de respeto y admiración a la naturaleza”.

Todo esto atrajo decididamente a la pintora y escultora porteña, que aplicó a una beca ofrecida por la Embajada del Japón en Argentina. Ganarla le permitió viajar a la ciudad de Utsonomiya en dicha nación, donde se capacitó ya definitivamente en el manejo del Sumi-e.

“Se trabaja a mano alzada, con un pincel distinto, cilíndrico pero en punta y se utiliza la modulación: no se corrige nunca, es a pincelada única, y donde pasaste, pasaste”, describió la entrevistada a este arte.

A su vuelta a Argentina, la pintora y escultora era una de las pocas expertas de Sumi-e en el país, pero se enfrentaba a un desafío: cómo afrontar su realización en Argentina, donde el papel de arroz es escaso y extremadamente caro. Y todo este camino llevó a “Bosques de Metal”.

“La muestra me llevó 10 o 12 años de búsqueda, mi idea era apropiarme de la técnica para poder generar algo más propio y eso no se puede forzar, surge”, fundamentó Jiterman, quien encontró la respuesta en el aluminio.

“Con mis orígenes escultóricos, el material siempre me gustó, las primeras chapas que utilicé fueron unas antiguas, italianas, y una vez que las pinté no conseguí un material parecido. Pero mi papá tiene una fábrica de cerramientos, así que empecé a buscar recortes, sin esperar demasiado”.

Sin embargo, el efecto fue impresionante: “La tinta funciona de forma muy aleatoria en el aluminio, completamente distinta al papel de arroz, pero -al igual que en él- no te deja corregir, hace ‘lo que quiere, entonces hay que trabajar mucho con lo que va surgiendo”, explicó Jiterman, que aseguró que “cuando vi que la tinta china funcionaba sobre el aluminio, fue un viaje de ida”.

-Además de lo estético, atrás de la obra está el concepto filosófico, tanto o más importante. “Me parecía que cierra por muchos lados, el Suni- e original se pinta sobre papel vegetal y la idea era revalorizar el soporte, ese recurso que uno nunca se cuestiona el que no es infinito, que es muy valioso. Los recortes me gustaban por ese lado y también por darle forma a algo de descarte, sobrante”.   

Todo el aluminio utilizado por Jiterman proviene de perfiles de construcción, lo cual también influenció el nombre de la obra. “La idea de los bosques surgió porque eran recortes, pedacitos alargados. En la instalación eran todos perfiles cuadrados, como un bosque, pero a la vez la tinta hizo que fuera un poco cálido”.

“La sensación general es de un bosque creado con algo tan frío como el metal, pero al mismo tiempo inspirado en lo natural. Y eso coincide con el estilo original, que no imita la naturaleza sino que la genera por medios propios”, lo resumió la porteña.

Para la entrevistada, esta idea “encaja justo” con la idea de la muestra organizada por Patio Om, donde su trabajo estará expuesto –dentro de las instalaciones del Complejo Cultural- hasta el próximo martes.